La práctica educativa en tiempos del Covid-19


La práctica educativa en tiempos del Covid-19


Según la UNESCO, más de 861.7 millones de niños y jóvenes en 119 países se han visto afectados al tener que hacer frente a la pandemia global que nos ha sacudido este año. En México, la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha extendido el período vacacional desde el 23 de marzo al 1º de julio del 2020.

Los docentes, la figura medular del proceso de enseñanza se han situado en el ojo del huracán y se muestran preocupados porque su rol se ha ido desdibujando: Los alumnos son autónomos, acceden a los recursos, realizan las actividades, construyen su aprendizaje y logran los objetivos, o al menos eso cree el sistema educativo. Los padres se muestran preocupados y estresados porque no saben cómo comunicar a sus hijos las instrucciones, en ocasiones no distinguen los estilos de aprendizaje que ellos tienen, se rinden y se quejan de su presente.

Maestras y maestros resolvieron previamente el reto de autogestión de saberes para innovar en la propuesta didáctica sin contar con las nuevas herramientas institucionales. Entre compañeros conocidos y desconocidos se facilitaron y recomendaron libros, notas, youtubers, cursos, recursos tecnológicos, páginas de internet, videos y plataformas de autoaprendizaje, tutoriales, apps educativas y estrategias de enseñanza. Entre los recursos utilizados por los docentes para atender sus clases en línea son fichas, hojas impresas, grupos de Whatsapp y Facebook, videollamadas, copias fotostáticas, libros de texto, llamadas telefónicas, correos electrónicos e ingresos fallidos y exitosos a Microsoft Teams y Google Classroom fueron la constante.

La pandemia ha venido a cuestionarnos, acerca de cuál es el significado que implica el ser docente para nuestra sociedad. En este sentido, ha venido a trastocar nuestra identidad profesional. En esta consciencia colectiva sabemos de la diversidad de roles dentro del aula, además de ser educadores también hacemos la función de orientadores y motivadores, ahora debemos preguntarnos, ¿qué tanto influimos en el alumno a esta distancia?, hasta dónde podemos llegar con profesionalismo partiendo del compromiso personal e institucional. Es urgente recuperar el liderazgo de nuestra función para poder seguir adelante, dejar de lado la burocracia del sistema para perseguir el verdadero fin de la educación: La mejora de nuestro entorno.

La educación, más que nunca, probará su utilidad como bien público en el desarrollo de capacidades intelectuales y humanas, como plataforma de apoyo para sortear los desafíos de la época, para impulsar la resiliencia ante escenarios de adversidad, y como palanca de concientización y encuentro social.

Referencias:
https://observatorio.tec.mx/edu-news

Autor: Liliana Casillas Mendoza

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